En casa todos contentos, la bautizaron: "Niña Loli" como la mayoría de las perritas de ésa misma época.
Creció, estuvo siempre con nosotros, dándonos su alegría visible través de su inquieta cola. Hoy nos toca despedirla. Con el dolor de la despedida de un familiar amado.
El egoísmo nos quiere hacer renegar, sufrir. Sentir el profundo dolor de saber que no estará Nunca más.
Qué no podremos disfrutar de los paseos juntos. De los juegos compartidos. Las conversaciones a las que asistía con cara de: soy feliz de escucharte y de estar aquí para tí....
No puedo estar enojado, no es justo que esté triste por la despedida, siendo que tuvimos tantos momentos felices juntos.
Además, sé que siempre estarás conmigo.